El pasado viernes concluyó un intenso curso de doulas, impartido por Nuria y Bea de Ser Doulas. Sin duda ha significado un antes y un después en mi vida, me ha cambiado como persona, como mujer, como madre ... No ha sido un cambio radical, sino más bien un cambio sutil, fraguado viernes a viernes, y producido por un cúmulo de sensaciones y emociones, por un acercamiento involuntario a un "yo escondido", a un "yo" que tal vez me negaba a ver.
Algo que empezó por querer saber más acerca de la maternidad, ha acabado siendo algo que me ha hecho conocerme a mí misma, conocer mis miedos, mi dolor, mis posibilidades, mis "hasta donde puedo llegar".
Sin quererlo, he recorrido de nuevo, paso a paso, mi embarazo, mi parto y mi puerperio, del que todavía no he salido. Y me ha gustado encontrarme con el dolor del que no tenía constancia hasta ahora, o al menos estaba falto de palabras. Ese dolor que nos negamos a ver y reconocer porque la sociedad nos dice que es lo políticamente correcto. Ese dolor que, aunque le demos la espalda, no se va, y que aprovecha nuestros estados límites para salir como la lava de un volcán: incontrolable, ardiendo, invadiéndolo todo, sin límites. Ese dolor que, una vez conocido, ya no es tanto dolor.
Llegaré a ser doula algún día? No lo sé. Pero lo que sí tengo claro es que un alma de doula vive en mí ahora.
Y todos estos sentimientos y sensaciones se los quise transmitir a este círculo de mujeres que se ha creado en Ferrol, y que considero que también debería compartir con los que se acercan a esta ventana. Unas palabras escritas no con el corazón, sino con el alma, que me negaba a leer. Unas cuantas "brujillas" de ese círculo ("brujillas" con todo mi cariño) han conseguido que finalmente comenzase a leer, pero la voz se me quebró a mitad del texto porque me di cuenta realmente de que ya no sería la misma de antes nunca más, y me alegro por ello.
El texto en cuestión:
Algo que empezó por querer saber más acerca de la maternidad, ha acabado siendo algo que me ha hecho conocerme a mí misma, conocer mis miedos, mi dolor, mis posibilidades, mis "hasta donde puedo llegar".
Sin quererlo, he recorrido de nuevo, paso a paso, mi embarazo, mi parto y mi puerperio, del que todavía no he salido. Y me ha gustado encontrarme con el dolor del que no tenía constancia hasta ahora, o al menos estaba falto de palabras. Ese dolor que nos negamos a ver y reconocer porque la sociedad nos dice que es lo políticamente correcto. Ese dolor que, aunque le demos la espalda, no se va, y que aprovecha nuestros estados límites para salir como la lava de un volcán: incontrolable, ardiendo, invadiéndolo todo, sin límites. Ese dolor que, una vez conocido, ya no es tanto dolor.
Llegaré a ser doula algún día? No lo sé. Pero lo que sí tengo claro es que un alma de doula vive en mí ahora.
Y todos estos sentimientos y sensaciones se los quise transmitir a este círculo de mujeres que se ha creado en Ferrol, y que considero que también debería compartir con los que se acercan a esta ventana. Unas palabras escritas no con el corazón, sino con el alma, que me negaba a leer. Unas cuantas "brujillas" de ese círculo ("brujillas" con todo mi cariño) han conseguido que finalmente comenzase a leer, pero la voz se me quebró a mitad del texto porque me di cuenta realmente de que ya no sería la misma de antes nunca más, y me alegro por ello.
El texto en cuestión:
Llegué aquí, no con la idea de ser doula algún día, sino más bien esperando aprender sobre embarazo, parto, posparto (me sigue costando escribirlo sin t), conceptos, terminologías, protocolos, etc. Esperaba tener una especie de manual o apuntes de que echar mano en cualquier momento. Pero entonces se nos dijo que esto no era indispensable, pues la información la podíamos encontrar en innumerables sitios. Al principio me chocó un poco esta postura, pero sólo hasta que entendí el porqué.
No sé si mi idea de doula es la que debería ser, o es la que tienen la mayoría de las doulas, pero lo que yo aprendí aquí es que una doula no lo es más por su SABER (= conocimientos), sino más bien por su ESTAR (= presencia), y sólo lo primero complementa a lo segundo. Pero sobre todo lo es por su ABRAZAR, abrazar en todos los sentidos: abrazar a la mujer cuando lo necesita, abrazar sus decisiones aunque no las comparta, abrazar su dolor para calmar su ser, abrazar su llanto para que sus lágrimas tengan sentido, abrazar sus sentimientos para que éstos cobren significado, abrazar su espíritu para que se sienta segura consigo misma, abrazar su intimidad permitiéndole ser poseedora de su propio espacio. Y esto, no se encuentra escrito en ningún sitio, tan sólo en el corazón de cada doula.
Por eso he de reconocer que, más allá de apuntes, bibliografías, artículos, etc, estos encuentros me han llenado tanto ... y de qué manera! Por muchas cosas que he leído sobre embarazos y partos conscientes, partos respetados, crianza, apego, lactancia, etc, nunca unas palabras escritas me han llegado tan adentro como las palabras escuchadas en este círculo de mujeres. Creo que el poder de este círculo mágico (porque sin duda lo es), está en que todas seguimos siendo puérperas en busca de respuestas, con esa locura llena de posibilidades que nos sumerge en profundos sentimientos difíciles de calificar con palabras. Incluso Patri, que no ha pasado por la experiencia de ser mamá, ha sido capaz de hacer unas reflexiones tan llenas de contenido, de sentimiento, de locura maternal ... que me es imposible no verla como una mamá más.
En este círculo se ha generado una fuerza descomunal, o al menos eso es lo que yo percibo. Y creo que ésa es la razón de porqué tantas mujeres ajenas a las charlas se han equivocado de aula. No es que olieran nuestras meriendas, es que de esa puerta mágica se desprendía tal cantidad de energía que sin remedio se han visto atraídas como un imán sin ellas saberlo.
Este círculo me ha hecho comenzar a revivir conscientemente mi "parto inconsciente", me ha hecho hacerme mil preguntas sobre mis cientos de dudas, me ha hecho ver a los demás con otros ojos, me ha hecho parar los pies a la hora de juzgar o prejuzgar las actitudes o posturas de los demás, incluso me ha hecho ver el "pasotismo" de mi marido como algo positivo, y eso jamás creí que llegase a suceder. Así que, qué más puedo pedir?
Bueno, sí, pediría que este círculo mágico siguiese vivo cada viernes el resto de mi vida.
También recuerdo del primer día que, Nuria y Bea, nos pedísteis que escogiésemos una imagen, una que nos definiese o con la que nos identificáramos. Recuerdo que yo dije "mi niña", y lo sigo manteniendo, pues gracias a ella estoy transformándome en algo que me hace sonreír cada día, gracias a ella he sentido y siento cosas impensables antes de ser madre, gracias a ella he ido encontrando gente en mi camino que me ha mostrado otra forma de ver las cosas. Pero ahora, me gustaría añadir una imagen más: una mariposa (esas que tanto te gustan, Nuria), tal vez todavía una crisálida, o incluso todavía una oruga, refugiada en nuestro círculo, arropada y acompañada por cada una de nosotras, dispuesta para terminar la transformación y echar a volar. Esa es la imagen que he estado viendo desde nuestro segundo encuentro, una mariposa imaginaria y , sin embargo, muy viva.
Así que sólo puedo dar gracias y mil gracias. Gracias a Nuria y Bea por compartir su tiempo, su espacio, su corazón y sus sentimientos con nosotras. Gracias a todas, por exponer abiertamente vuestras inquietudes y por abrazar cálidamente los sentimientos de todas y cada una de nosotras, gracias por desprender esa energía, que sin duda viene dada por vuestra capacidad de amar y porque estáis seguras de que, como humanas que sois, el institno mueve montañas mientras que las rutinas programadas sólo cambian de lugar una simple piedra mal colocada. Y gracias, no sé exactamente a quién, imagino que a la vida, por haberme traído hasta aquí, por permitirme conoceros, por haberme colocado en el lugar correcto en el momento más oportuno.
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