“(…) no devenimos madres necesariamente cuando parimos al niño, sino en el transcurso de algún instante de desesperación, locura y soledad en medio de la noche con nuestro hijo en brazos. Cuando la lógica y la razón no nos sirven, cuando nos sentimos transportadas a un tiempo sin tiempo, cuando el cansancio es infinito y sólo nos resta entregarnos a ese niño que expresa nuestro yo profundo y no logramos acallar, entonces nuestra madre interior ha nacido.”

Laura Gutman

lunes, 31 de enero de 2011

Celebrando el cumpleaños de Aroa

Este año hemos decidido celebrar el cumple de mi pequeña en un entorno natural: Aldea Nova . Un lugar que apuesta por las energías renovables, por ser autosuficientes en cuanto a la obtención de energía para su consumo, por preservar ciertas especies de ganado autóctonas, etc, pero sobre todo, muy acogedor y con una gente fantástica que se ha ocupado y preocupado en todo por que todos disfrutásemos, tanto grandes como pequeños.

Aquí os dejo algunas imágenes del cumple, una fiesta temática sobre la granja, con algunas ideas de manualidades que Aroa y yo hemos preparado para su día:

- Una piñata a partir de una bolsa de papel, decorada con dibujos en cartulina:

- Un centro de mesa con diversos animales:

- Detalle de alguno de los animales que había en la cesta del centro de mesa. Son recuerdos del cumple hechos con goma eva y con un imán detrás para poner en la nevera o donde se quiera:

- Gorritos para los peques hechos con cartulina y caritas de animales pegadas por delante:

- Tarta con animalitos de granja decorando:


Además, entre las actividades que hicimos, lo que más entusiasmó a todos fue hacer pan:

No me digáis que no nos han quedado unos bollitos preciosos!

martes, 25 de enero de 2011

Tres años contigo...

.

... tan poco tiempo y, sin embargo, tan lleno de intensas sensaciones.

Mi pequeña flor, Aroa, tan pequeña e inocente, y a la vez con tanta fuerza y sabiduría.

Hace ya tres años que llegaste a nuestras vidas, inundando de luz nuestro hogar. Sin tú saberlo, llenaste un hueco tan profundo en mí, que por fin siento que estoy completa como mujer. Contigo aprendí el verdadero sentido de la maternidad, comprendí el valor de la palabra MAMA, entendí el porqué de muchas cosas. Tan pequeña, y ya me has enseñado tanto ...

A lo largo de este tiempo he ido aprendiendo el valor de las pequeñas cosas, de esos momentos cotidianos que solemos dejar pasar de largo y que, sin embargo, están llenos de nuevas sensaciones, colores, imágenes, personas, matices, etc. He conseguido poder ralentizar el tiempo para detenerme contigo en esos detalles y saber disfrutar de ellos.

Me has devuelto a mi infancia, recordé canciones que tenía olvidadas, reviví situaciones afectivas con tu abuelita Ali y las repetí contigo, mi corazón se llenó de magia para hacer volar tu imaginación, el suelo se volvió mi aliado impensable y, desde esa posición, descubrí un mundo fantástico y maravilloso, lleno de sorpresas.
Pero sobre todo descubrí un rincón en mi alma, hasta ahora apagado, que comenzó a brillar con una luz especial, intensa pero no cegadora, cálida sobre todo. Una luz que me transformó radicalmente. O tal vez haya sido que despertó una parte de mí que estaba dormida y necesitaba de ti para despertarla. Eso nunca lo sabré.
Lo que sí sé es que esa transformación me gusta, cada vez más.

Pero con tu llegada, también he descubierto esa sombra que he llevado guardada durante toda mi vida, esa sombra que me he negado a ver o que tal vez simplemente era desconocida para mí. Hiciste que despertara una sombra que pesa en mis hombros de una manera inimaginable. Pero también en este caso tú me has ayudado a verla, a reconocerla, a cogerla de la mano y enfrentarme a ella, a descifrar su mensaje, a aprender de ella.

Y estos tres años son, además, tres años conectadas a través de "la tetiña", como tú la llamas. Hemos pasado por muchos baches, yo diría que demasiados. He estado a punto de sucumbir a veces, incluso ahora, pues hay momentos en los que se me hace cuesta arriba tu excesiva dependencia de mis pechos. Pero de nuevo me has mostrado el camino, me lo muestras cada día. Sé que no sólo te estoy alimentado, te estoy dando algo más, ambas nos damos mútuamente.

Tuvimos comienzos difíciles. tú estabas a mi lado, pero yo miraba hacia otra parte. Te miraba pensando que lo hacía con ojos de madre, pero no era así: te miraba con los ojos de los demás. Me llevó tiempo aprender a mirarte como tu mamá, a pensar en tí y en mí y no en los comentarios gratuítos de los demás, a escucharte de verdad. Y todo esto me lo enseñaste tú también. Y se estableció un vínculo indescriptible.

Qué más puede pedir una madre?

Pero en este punto me hago la siguiente reflexión: cuando sabemos que vamos a ser mamás, no pasa un día en que pensemos en la cantidad de cosas que os vamos a mostrar, la infinidad de enseñanzas que os podemos ofrecer, los innumerables consejos que os vamos a dar, etc. Y, sin embargo, las que en realidad acabamos aprendiendo somos nosotras, madres contaminadas por los dictámenes de una sociedad autoritaria y patriarcal, que pretende dirigir nuestras conductas, privándonos de nuestra libertad de esoger y donde está mal visto no seguir la senda de lo políticamente correcto. Y con vuestra llegada, almas puras e inocentes, nos ofrecéis las enseñanzas más importantes y valiosas que alguien pueda recibir a lo largo de su vida, nos dais todo lo que tenéis a cambio de nada y, sobre todo, nos dais amor, mucho amor.

Por todo esto y por mucho más, te doy las gracias mi pequeña princesa, por haber llegado a nuestras vidas, por habernos escogido a nosotros para ser tus papás (porque sé que de alguna manera escogiste el momento y la manera de entrar en nuestras vidas), por enseñarme un camino nuevo, por ayudarme a sortear montañas que sin tí sería imposible que llegase a cruzar, por aguantar mis enfados, mis nervios siempre injustificados, por ser tan cariñosa con todos nosotros, por decir siempre lo que quieres y enfadarte para conseguirlo, por no querer desengancharte de la teta, por tu sonrisa, por tus besos y achuchones ...

Y gracias por haberme mostrado el verdadero sentido de ser MAMA.

Te quiero muchísimo.

.

lunes, 17 de enero de 2011

Aprendiendo los sentidos



Una idea sacada de http://ediba.com/

* Consiste en colocar en imágenes las diferentes partes del cuerpo relacionadas con los sentidos.

* De cada sentido, vista, oído, etc, vamos hablando al pequeño o pequeña, contándoles historias, mostrándole ejemplos, etc. En nuestro caso hemos hecho lo siguientes:
  1. Gusto: probamos varios sabores de cosas que había por casa, diferenciando entre lo dulce y salado, amargo.
  2. Tacto: tocamos varias texturas de objetos diferentes, aprendiendo lo que es liso, rugoso, duro, blando, suave.
  3. Olfato: Olimos diversos alimentos, botes de colonia, etc,
  4. Vista: a traves de cada una de las ventanas de la casa fuimos observando los diferentes paisajes que se ven en el exterior.
  5. Oído: escuchamos diferentes sonidos al golpear diversos objetos de casa, hicimos sonar algunos instrumentos, escuchamos músicas diferentes.
* De cada uno de los sentidos, se van colocando imágenes relacionadas con dicho sentido debajo de la imagen del cuerpo correspondiente.

Nosotras hemos usado un trozo de tela de fieltro. Hemos pegado trocitos de belcro en la parte trasera de las imágenes ... y a disfrutar!

miércoles, 12 de enero de 2011

CONTROL DE ESFÍNTERES Y RETIRADA DEL PAÑAL (PARTE III)

Y por fin Aroa se ha decidido a hacer las cacas en el váter.
Así, como quien no quiere la cosa, la senté como otras veces porque me había pedido para hacer pipí, pero también quería hacer caquita, como siempre, en un pañal. Entonces le dije: "de acuerdo, entonces vamos primero a hacer el pipí y después te pongo un pañal para la caca, vale?" Ella aceptó de buen grado, pero el apretón debía ser bastante grande porque a la pobre le salió todo a la vez en el váter.
La fiesta fue tremenda: entre el ruído de las caquitas al caer, que yo me puse a gritar de alegría como una loca, que mi marido se unió a la juerga ... aquello se convirtió en todo un festival de risas. Y ella tan encantada con la celebración que lo estuvo contando a todas las personas que se ha ido encontrando durante el día.
La de cosas que llega uno a celebrar en su vida!

El caso es que desde que Aroa comenzó a hacer pipí sin necesidad del pañal, hemos pasado por muchos momentos de escapes. Pero ya lleva bastante tiempo que lo tiene muy bien controlado, a pesar de que sigue necesitando el pañal para la siesta de la tarde y para la noche. Sin embargo siempre ha tenido cierto temor a hacer las cacas en un lugar diferente del pañal.
Me peleé con varias personas que se empeñaban en que tenía que obligarla a que también hiciera sus caquitas en el váter (no llegué a las manos, pero ganas me faltaron). Pero yo sabía que todo tiene su momento y que su momento llegaría más tarde o más temprano. Y así ha sido.

Ays, mi pequeñina, que se hace mayor!

Mis cosillas de fieltro

Ahora se me ha dado por hacer cosas de fieltro. Estas Navidades me he puesto a ello y me han salido varias cosas para algunas personas. Pena que no les hice fotos.

En fin, que si ya no tenía mucho tiempo, ahora lo voy a tener menos, pero es algo muy divertido. Espero que os guste.

http://miscosillasdefieltro.blogspot.com/

"Ciclo da muller" en Ferrol


O colectivo Coordenada 0º0'0" organiza as xornadas "Ciclo da Muller",
durante tres venres consecutivos, ás 19.30h no Centro Cultural TORRENTE
BALLESTER (Rúa Concepción Arenal S/N, Ferrol)

Cartaz das xornadas CICLO DA MULLER......

-------------------CICLO DA MULLER-----------------------
19.30, CC Torrente Ballester (R/Concepción Arenal, Ferrol)

Cartaz das xornadas: http://prod.galiza.indymedia.org/2011/01//25069.jpg

-Venres 21 de xaneiro: SEXUALIDADE FEMININA.
Descobrindo o corpo da muller.

-Venres 28 de xaneiro: PARTO.
Parto respetado e parto na casa.
Matronas, doulas e experiencias.

-Venres 4 de febreiro: CRIANZA.
Crianza sen escolas e escolas libres.
Marta García e Escola Pumariños.

grupocoordenadacero@gmail.com

www.coordenadacero.org

http://centrotorrenteballester.es/gal/

"La cima de la montaña"

"En junio de 2005, cuando me quedé embarazada de mi hijo mayor, lo tenía claro: quería amamantar. Por desgracia, no pudo ser. Mi madre falleció dos meses antes de que yo diera a luz, y creo que eso afectó seriamente mis niveles de prolactina; el resto lo hizo una mezcla de ignorancia, inexperiencia, miedo y malos consejos.

En diciembre de 2009, cuando volví a quedarme embarazada, tuve claro de nuevo que iba a darle el pecho a mi bebé. Y esta vez, estaba decidida a conseguirlo.

Pasé buena parte del embarazo recopilando información sobre lactancia, posturas, técnicas, posibles problemas y soluciones, leí y releí "Un regalo para toda la vida" hasta casi aprendérmelo de memoria. Pensaba que la información es la clave de todo, que ya poseía toda la información necesaria, que todo iba a ser fácil, solo tenía que ponerme al bebé al pecho nada más nacer y la naturaleza haría el resto.
Pasé las primeras horas con mi hija recién nacida tumbada sobre mi pecho, mientras la habitación se llenaba de visitas y las primeras críticas no se hacían esperar ("¿qué haces con la niña encima todo el rato? La niña hay que dejarla en la cuna y ponerla al pecho solo cuando le toca".)

A decir verdad, desde el principio tuve la sensación de que algo no marchaba bien. Por lo que había leído, pensaba que la niña iba a querer estar enganchada al pecho a todas horas, pero no era así: apenas se cogía, chupaba durante un par de segundos y a continuación se soltaba. Se lo comenté al personal del hospital, pero me tranquilizaron diciéndome que era normal, que el bebé solo mamaría unas pocas gotas de calostro, y estas serían suficientes para alimentarle.

De vuelta a casa, esperé ansiosamente la subida de leche, comprobando compulsivamente mis pechos una y otra vez. Viejos recuerdos afloraron a mi memoria: mis pechos vacíos, mis intentos de sacarme leche con un extractor, las pocas gotas que conseguía tras media hora de tortura, mi hijo llorando de hambre, todo el mundo diciéndome que renunciara porque yo no tenía leche, los suplementos de fórmula que acabaron por ganar la partida.

Pero esta vez fue diferente. La segunda noche empecé a notarme los pechos más calientes, más llenos. Pensé que ya no habría ningún problema, que por fin podría conseguir mi deseada lactancia.

En realidad, los problemas no habían hecho más que empezar. La niña lloraba mucho, apenas dormía, le ofrecía el pecho a todas horas pero no se enganchaba. Tres días después fuimos a la clínica donde nació para que le realizaran la prueba del talón y pedí que la pesaran. Al principio se negaron, dijeron que tenía buen aspecto y nos recomendaron ir a urgencias en caso de dudas; ante mi insistencia, acabaron pesándola, y descubrí con horror que había perdido 700 gramos, casi un 20% de su peso al nacer.

De camino a casa con un biberón de leche de fórmula que nos dieron, me sentí la peor madre del mundo porque había estado a punto de matar de hambre a mi hija. Por un momento pensé que se había acabado todo, que tendría que darle ese biberón, y luego otro y otro, como ya me había ocurrido con mi hijo mayor.

Es difícil explicar lo que se siente a quien no haya pasado por algo similar. Cuando pones toda tu ilusión y tu lactancia fracasa, nadie se para a escucharte, pero todo el mundo acude a ti con palabras de falso consuelo. Siempre hay almas caritativas que intentan levantarte el ánimo enumerando las supuestas ventajas del biberón, y entre ellas nunca suele faltar la de "es muy cómodo porque se lo puede dar cualquiera, así tú descansas o te diviertes". Te dicen que deberías alegrarte por poder hacer lo que hace cualquiera, ya que no has podido hacer lo que solo una madre puede hacer.
Ya lo había vivido, y me volvió a ocurrir.

Al principio los sentimientos fueron muy confusos, una mezcla de preocupación, miedo, incredulidad, culpabilidad, impotencia, derrota, tristeza y rabia, todo ello junto a una curiosa sensación de dejà-vu: otra vez, no. Luego llegaron las ganas de luchar, de imponerme al destino, y con ellas las largas horas que pasaba sacándome leche hasta rellenar un biberón mientras al mismo tiempo atendía a la peque o jugaba con mi hijo, con los mismos pensamientos rondando por mi cabeza sin parar.

Las críticas, crueles como siempre, resonaban en mis oídos: "no puedes", "no sabes", "la otra vez no pudiste, ahora tampoco podrás", "si no lo has conseguido hasta ahora es que es imposible, no te obsesiones, dale el biberón".

Dejé de hablar del tema, todos los días después de llevar a mi hijo al colegio me encerraba en casa con la peque, piel con piel, esperando un milagro, conociéndonos, descubriéndonos, aprendiendo a luchar, a sentir, a sufrir juntas.

Las críticas seguían, impertérritas: "no te encierres en casa todo el día, tienes que llevar a la niña al parque, lo mismo que las intromisiones: ¿cuándo le toca? ¿le toca comer? ¿le das el bibe, no? Trae, que se lo doy yo".

Los primeros dos meses fueron muy duros. Los avances eran muy pocos, iba de un grupo de apoyo a otro, de un médico a otro pidiendo ayuda, buscando una explicación. Cada uno tenía una teoría diferente y me dejaba más confundida que antes.

De repente un día, casi a finales de noviembre, ocurrió el milagro por el que tanto había rezado: mi bebé se enganchó al pecho que le ofrecía, pero en vez de soltarse a los pocos minutos siguió mamando. Lo hizo durante una hora y ocho minutos: lo sé porque no podía despegar los ojos del reloj. Ese mismo día no volvimos a lograrlo, pero sí al día siguiente.

Poco a poco, las tomas fueron aumentando en duración y frecuencia. Irónicamente, este avance también significó el fin de la lactancia materna exclusiva que habíamos logrado hasta entonces: la niña mamaba a todas horas, yo ya no tenía tiempo de sacarme leche porque se ponía nerviosa, también tenía que atender a mi hijo mayor y encargarme de la casa. Empezamos a suplementar con fórmula: al principio un refuerzo después de cada toma, poco a poco los fuimos reduciendo.

A día de hoy, confieso que no los hemos abandonado del todo. Algunos días no los necesita, otros sí. Me planteo incluso que ese biberón que todavía se nos resiste pueda ser psicológico, que responda a nuestra propia necesidad, mía y de mi marido, de comprobar con nuestros ojos a través de las rayitas que la peque está bien alimentada. Por otra parte, en ocasiones llora y no encontramos la causa. Sé que parezco novata, que a lo mejor solo es cuestión de seguir investigando, que puede haber múltiples razones. Pero a veces se pone a llorar, le doy teta, teta y más teta hasta que no quiere más; al rato vuelve a llorar e intento jugar con ella o animarla, pero sigue llorando; trato de que duerma y vuelve a llorar; me pregunto si son gases, dolor de tripa, aburrimiento, estrés... pero nada funciona, sigue llorando o al rato vuelve a hacerlo. Entonces se toma el biberón y se queda tranquila.

He pensado en volver a sacarme leche. La cantidad que toma no es mucha y si yo la tengo, comprobaré con mis propios ojos que dispongo de ella y me animaré a tirar el biberón a la basura; si no la tengo, en cuestión de días empezaré a producirla.

No he renunciado, pero ya no tengo prisa. Simplemente, llevo 3 meses intentando llegar hasta la cumbre de una montaña, todavía me faltan unos pocos metros y quiero parar para descansar un poco. Porque de tanto subir, no he tenido tiempo de ver lo bonito que es el paisaje.

Ya no oigo voces, ni críticas, ni consejos no solicitados. Aún no lo hemos logrado del todo pero he conseguido lo que les parecía imposible, y ahora me miran con extrañeza, con asombro.

A nivel anímico, mi viaje ha terminado. Las que hayáis pasado por una relactación, o la habéis presenciado, estaréis de acuerdo conmigo en que psicólogicamente es durillo. Sin embargo pienso que siempre se puede aprender algo, y este revés me ha dado también la oportunidad de crecer como persona, de conocerme mejor a mí misma, de descubrir facetas que desconocía y de sorprenderme con otras que creía ya olvidadas.

También he tenido la oportunidad de revivir mi anterior fracaso en la lactancia. He podido reabrir las viejas heridas y he conseguido curarlas. Ahora han cicatrizado, siempre estarán allí pero ya no me duelen.

Durante todos estos años no he parado de preguntarme cómo habría sido mi relación con mi hijo mayor si hubiera podido darle el pecho. Evidentemente, si lo hubiera conseguido, habría contado con ciertas ventajas, por lo menos a nivel nutricional e inmunológico. Pero lo que realmente me interesaba era saber qué nos habíamos perdido a nivel emocional y afectivo. La verdad es que no lo sé, que nunca lo sabré. Pero también me he reconciliado con la vida en ese sentido. Antes mi hijo pensaba que todos los bebés tomaban biberón, ahora, tras verme sacarme leche y darle teta a su hermana infinidad de veces, sabe que hay bebés que toman pecho. Alguna vez quiere hacer el "juego de la teti" y se me engancha. No saca nada, no sabe mamar, quizás nunca supo o quizás lo olvidó hace mucho. Pero nos une una corriente de amor que va mucho más allá de la leche. Ha probado mi leche, ha saboreado unas gotas. No le gusta, pero la ha probado.

Así que al fin y al cabo, quizás no nos hayamos perdido nada, ni ahora ni entonces. Decir lo contrario sería pensar que, si las cosas hubieran sido distintas, mi relación con él ahora sería mejor, o que él sería de algún modo diferente, y mi hijo no podría ser mejor de lo que es.

Miro a mi hijo mayor y veo a un niño entrañable, bondadoso, responsable, maduro, reflexivo, razonable, simpático, alegre, altruista, lleno de empatía y de buenos sentimientos. Y sí, le he criado a biberón pero se lo he dado con amor, sentándole en mi regazo, rodeándole con el otro brazo, manteniendo el contacto visual y cubriéndole de besos cuando terminaba. Durante todo este tiempo siempre pensé que la lactancia iba a ser, entre otras cosas, una forma de crear ese vínculo tan soñado, y por fin me doy cuenta de que ese vínculo siempre ha estado allí.

Llegados a este punto, no quiero dar la impresión de haberlo conseguido yo sola. Nada más lejos de la realidad. Es más, si no hubiera contado con el valiosísimo apoyo y con la inestimable ayuda de muchas personas, esta historia no habría podido ser contada. Desde aquí, les quiero agradecer públicamente todo lo que han hecho por mí:

- A mi princesita: yo he puesto la teta, pero tú has puesto las ganas y la determinación. Sin ti no lo habría conseguido: juntas nos vamos a comer el mundo. Te quiero preciosa.
- A mi hijo mayor, mi ranita salvaje de los bosques: gracias por tu paciencia, tu madurez, tu comprensión. Eres el mejor hijo que una mamá puede tener. Te quiero hasta el infinito y más allá.
- A mi marido: gracias por estar a mi lado, por enseñarme que existen muchas formas de amar, por intentar protegerme de todo, incluso de mí misma. Ad astra per aspera. Te quiero más de lo que imaginas.
- A Núria: gracias por tu tiempo, tus conocimientos, tu cariño. Sin ti no solo no lo habría logrado, no habría empezado siquiera.
-A Rafi y a todas las moderadoras de DSLL: gracias por acompañarme en este proceso, por reír y llorar conmigo, por escuchar, aconsejar, acompañar y sobre todo por estar allí. ¡Y yo que pensaba que era hija única!
- A Mon, por todo lo anterior y por haber aguantado la respiración todo este tiempo, por creer que mi historia merecía ser contada y por darme la oportunidad de verla publicada.
- A mi padre por ser un aliado inesperado, por animarme a luchar por mis ideales y a ir contra corriente.
- A Claudia por creer en lo que haces, por demostrarme que no estaba loca. Un día me pasaré para contártelo en persona.
- A Kika por el empujoncillo final.

Es curioso, pero también debo un agradecimiento a los criticones y a los detractores de siempre: si me hubieran apoyado, el miedo a no estar a la altura me habría hecho fracasar. En cambio, se empeñaron en demostrarme que si no se puede, no se puede, y yo quise demostrarles que querer es poder. La rabia fluía dentro de mí y se transformaba en obstinación, que junto a una pizca de locura era justamente lo que necesitaba para seguir adelante: la única batalla que se pierde es la que se abandona.

Si habéis leído hasta aquí, espero que mi historia no os haya dejado indiferentes. Por mi parte, no pretendo dar lecciones ni mucho menos. Tengo entendido que lo que me ha ocurrido es más frecuente de lo que parece. Pero para mí es algo único, porque es mi historia, una historia en la que el dolor y el sufrimiento acabaron por dejar paso a la esperanza.

Os la dedico a todas, a las que estáis pasando por algo parecido, a las que lo habéis vivido, a las que lo habéis conseguido y a las que no lo habéis podido lograr.

Pero sobre todo, se la dedico a mis hijos, mis niños, alimentados de forma diferente pero unidos a mí por el mismo lazo de amor."

http://madresdelaleche.blogspot.com/2011/01/la-cima-de-la-montana-la-experiencia-de.html