Me llamas,
y a pesar de oírte
no consigo entenderte.
A veces, la espesa niebla lo enturbia todo,
incluso mis sentimientos.
Me llamas,
te escucho,
y no soy capaz de apreciar tus matices.
Sucumbo a la ira,
y a pesar de oírte
no consigo entenderte.
A veces, la espesa niebla lo enturbia todo,
incluso mis sentimientos.
Me llamas,
te escucho,
y no soy capaz de apreciar tus matices.
Sucumbo a la ira,
porque a veces me cuesta entender.
Me llamas,
y yo miro a otro lado
porque me encuentro perdida.
El camino es sinuoso
y me cuesta seguir el ritmo, tu ritmo.
Me llamas,
y gritas: "no te enfades, mami".
Pero hoy no es mi día.
Sé que escojo la forma incorrecta,
pero hoy no sé hacerlo mejor.
Me llamas,
y no consigo ver que estás pidiendo mi ayuda.
Porque hoy sólo quiero silencio,
no pensar, no actuar.
Me llamas,
y me ahogo en la desesperación.
La desesperación de pensar que un día
no quieras seguir llamándome.
Y me da miedo,
porque entonces, el tenerte, no habrá tenido sentido.
Te llama y te seguirá llamando, porque sabe que siempre estuviste, que estás y que estarás.
ResponderEliminarTe llama y te llamará porque ella te eligió para siempre.