Hoy debería ser uno de esos días felices, en los que las emociones de madre aflorasen por cada poro de mi piel, en que cada momento con mi hija me viniese a la mente, en que brotasen palabras maravillosas que me recordasen lo fantástico que es ser madre.
Sin embargo, me embarga una pena inmensa, y el sentimiento de madre cobra en mi una nueva dimensión.
Hoy no hago más que acordarme de dos personas muy importantes en mi vida, dos madres, de dos generaciones distintas. Dos madres que no están pasando por sus mejores momentos. Y una, a su vez, es hija de la otra. Una sufre por una enfermedad que la ha sumergido en las tinieblas más oscuras, dolorosas y temibles, de donde se ve incapaz de salir. Y la otra sufre por ver a su hija en ese túnel sin salida, incapaz de indicarle el camino exacto que eliminará todo dolor y angustia.
Hoy no hago más que soñar, soñar con que la hija (que es madre a su vez) encuentre una mano esperanzadora que le haga ver la luz y mitigue el sufrimiento que borra su linda sonrisa de su cara. Porque hace ya tiempo que ésta se ha desvanecido. Hace ya tiempo que no encuentra motivos para sonreír. Porque un día parece que el sol va a comenzar a brillar y crece la esperanza en su corazón. Pero al día siguiente, el dolor vuelver a aparecer, y sus ojos no dejan de derramar lágrimas de impotencia, de rabia. Y de nuevo se sumerge en el abismo, que parece ser cada día más y más profundo.
Sueño con que todo volverá a ser como antes: una madre que ríe, llora, agradece, culpabiliza, cuida, regaña, protege, se cae y se vuelve a levantar ... pero, una madre feliz, al fin y al cabo, que ve como sus dos hijas van siguiendo sus pasos, caminando por el camino de la vida, arropadas por los sabios consejos de mamá.
Y sueño con que ese Dios en que ella cree, ese Dios al que tanto habla, ora, ruega, se entrega, la escuche y obre un milagro en ella. Pues sólo un milagro parece ser la única salida en este momento. Sueño con que ese Dios exista, pues sólo él puede ayudarla a levantarse.
Y parece que cada día, el único consuelo que nos queda es el de soñar. Porque el mundo real se nos muestra incapaz de albergar alguna solución que les devuelva a ambas esa sonrisa perdida, que nos devuelva a todos una sonrisa.
Esto va para ti, mi hermana del alma, mamá de dos hermosas niñas. Para ti que eres una persona sana, auténtica como pocos, con un corazón inmenso y una generosidad infinita. Para ti que sabes el valor verdadero de las cosas y que la vida te ha puesto la prueba más difícil que te pudieses haber imaginado. Pero yo sé que en algún lugar encontrarás la fuerza que, como el ave Phoenix, te hará resurgir de tus cenizas y aprender de todo este dolor.
Y va para ti, mamá, nuestra mamá, que sufres con la impotencia de no poder hacer nada por tu niña mayor. Que piensas que se va de nuestro lado sin que podamos ayudarla. Que lo has dado todo por tus hijos y has luchado con uñas y dientes en los momentos más difíciles. Que nos has dado muchas lecciones de coraje y tesón. Para ti, porque en este día no has podido contar con la compañía de tus hijos como a ti te hubiese gustado.
Esta vez mis palabras del Día de la Madre van para ellas, mi hermna mayor y mi madre, porque se lo merecen, porque todos los que formamos parte de sus vidas las necesitamos, necesitamos que sigan a nuestro lado lo más enteras posible, para que sigan guiando nuestros pasos.
Hoy soñaré que ambas unen sus manos y brota en ellas una nueva fuerza que les hará ver la luz. Soñaré que, cual flores de primavera, abren sus pétalos de brillantes colores y se muestran en todo su esplendor desafiantes, guerreras, invencibles.
Sin embargo, me embarga una pena inmensa, y el sentimiento de madre cobra en mi una nueva dimensión.
Hoy no hago más que acordarme de dos personas muy importantes en mi vida, dos madres, de dos generaciones distintas. Dos madres que no están pasando por sus mejores momentos. Y una, a su vez, es hija de la otra. Una sufre por una enfermedad que la ha sumergido en las tinieblas más oscuras, dolorosas y temibles, de donde se ve incapaz de salir. Y la otra sufre por ver a su hija en ese túnel sin salida, incapaz de indicarle el camino exacto que eliminará todo dolor y angustia.
Hoy no hago más que soñar, soñar con que la hija (que es madre a su vez) encuentre una mano esperanzadora que le haga ver la luz y mitigue el sufrimiento que borra su linda sonrisa de su cara. Porque hace ya tiempo que ésta se ha desvanecido. Hace ya tiempo que no encuentra motivos para sonreír. Porque un día parece que el sol va a comenzar a brillar y crece la esperanza en su corazón. Pero al día siguiente, el dolor vuelver a aparecer, y sus ojos no dejan de derramar lágrimas de impotencia, de rabia. Y de nuevo se sumerge en el abismo, que parece ser cada día más y más profundo.
Sueño con que todo volverá a ser como antes: una madre que ríe, llora, agradece, culpabiliza, cuida, regaña, protege, se cae y se vuelve a levantar ... pero, una madre feliz, al fin y al cabo, que ve como sus dos hijas van siguiendo sus pasos, caminando por el camino de la vida, arropadas por los sabios consejos de mamá.
Y sueño con que ese Dios en que ella cree, ese Dios al que tanto habla, ora, ruega, se entrega, la escuche y obre un milagro en ella. Pues sólo un milagro parece ser la única salida en este momento. Sueño con que ese Dios exista, pues sólo él puede ayudarla a levantarse.
Y parece que cada día, el único consuelo que nos queda es el de soñar. Porque el mundo real se nos muestra incapaz de albergar alguna solución que les devuelva a ambas esa sonrisa perdida, que nos devuelva a todos una sonrisa.
Esto va para ti, mi hermana del alma, mamá de dos hermosas niñas. Para ti que eres una persona sana, auténtica como pocos, con un corazón inmenso y una generosidad infinita. Para ti que sabes el valor verdadero de las cosas y que la vida te ha puesto la prueba más difícil que te pudieses haber imaginado. Pero yo sé que en algún lugar encontrarás la fuerza que, como el ave Phoenix, te hará resurgir de tus cenizas y aprender de todo este dolor.
Y va para ti, mamá, nuestra mamá, que sufres con la impotencia de no poder hacer nada por tu niña mayor. Que piensas que se va de nuestro lado sin que podamos ayudarla. Que lo has dado todo por tus hijos y has luchado con uñas y dientes en los momentos más difíciles. Que nos has dado muchas lecciones de coraje y tesón. Para ti, porque en este día no has podido contar con la compañía de tus hijos como a ti te hubiese gustado.
Esta vez mis palabras del Día de la Madre van para ellas, mi hermna mayor y mi madre, porque se lo merecen, porque todos los que formamos parte de sus vidas las necesitamos, necesitamos que sigan a nuestro lado lo más enteras posible, para que sigan guiando nuestros pasos.
Hoy soñaré que ambas unen sus manos y brota en ellas una nueva fuerza que les hará ver la luz. Soñaré que, cual flores de primavera, abren sus pétalos de brillantes colores y se muestran en todo su esplendor desafiantes, guerreras, invencibles.
Qué precioso esto que has escrito, mi niña.
ResponderEliminarUn beso enorme. Espero de corazón que haya una pronta mejoría.
Gracias guapa.
ResponderEliminarGracias por tus palabras de apoyo.