“(…) no devenimos madres necesariamente cuando parimos al niño, sino en el transcurso de algún instante de desesperación, locura y soledad en medio de la noche con nuestro hijo en brazos. Cuando la lógica y la razón no nos sirven, cuando nos sentimos transportadas a un tiempo sin tiempo, cuando el cansancio es infinito y sólo nos resta entregarnos a ese niño que expresa nuestro yo profundo y no logramos acallar, entonces nuestra madre interior ha nacido.”

Laura Gutman

viernes, 3 de septiembre de 2010

CONTROL DE ESFÍNTERES Y RETIRADA DEL PAÑAL (PARTE II - nuestra experiencia)

El 22 de abril, Aroa hizo su primer pipí en el váter, en el nuestro, el de los mayores, pues nunca quiso hacerlo en otro sitio.
Al principio, parecía que todo iría de maravilla, pues cada vez que sentía ganas, me llamaba a gritos: "Mami, mami, corre a hacer pis!", era como un juego para ella y lo hacía encantada.
Sin embargo, siempre se ha levantado por la mañana con el pañal completamente mojado. Y de las siestas de la tarde, pues casi que también.
Ahora, que ya han pasado 4 meses, seguimos sin tener conseguido el control de esfínteres. Parece que ya no le hace gracia eso de pedirme para hacer pis y, directamente, se lo hace donde se encuentre. Eso sí, una vez lo ha hecho, se queda quietecita y empapada, me llama "Mami, hice pis", y espera a que vaya a limpiarlo todo. Así que, como veis, el panorama pinta muy negro todavía y esto va para largo.
Por si fuera poco, estamos en la fase de las rabietas, así que muchas veces me pide para ir al baño y, en cuanto voy a acompañarla, me dice "No, no tengo ganas". Entonces me voy y me vuelve a insistir en que sí quiere; pero de nuevo se niega cuando voy a ayudarla. Hasta que en una de las veces que me retiro, va y se lo hace encima.
Uff! qué paciencia! Pero es lo que toca. Sé que Aroa no está preparada y debo respetar su ritmo. A veces me obsesiona pensar que es capaz de hacerlo y que otros niños de su edad ya hace que han dejado el pañal. Pero Aroa no es "los demás niños", a ella le llevará algo más de tiempo.
Ahora tengo la duda de si volver a ponerle el pañal durante todo el día. Pues si no lo hago, mientras estamos en casa me toca insistirle a cada instante que sería bueno que fuese al baño a hacer pipí, y creo que tampoco debo agobiarla. Me sabe mal, pues me cuesta creer que esto sea una vuelta atrás. Pero también sé que todo será más fácil si ella no se siente presionada.
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