A continuación os traigo tres entradas referentes al apego. Lo he dividido en tres partes pues es algo extenso.
Comenzaré con un extracto de un artículo de Laura Gutman, “Nosotros, los depredadores de la cría humana”, para entender este término, viéndolo desde el lado contrario: el desapego.
“Las lobas, las perras, las gatas, las vacas, las focas, las elefantas, las leonas, las gorilas, las ovejas, las ballenas, las yeguas, las monas, las jirafas, las zorras y las humanas tenemos algo en común: el instinto de proteger nuestra cría.
Sin embargo somos especialmente sensibles si algo se interpone entre nosotras y nuestros cachorros después del parto (…). Si permanecen alejados del cuerpo materno, vamos perdiendo la urgente necesidad de cobijarlos.
Entre los humanos del mundo “civilizado”, pasa algo raro: Las hembras humanas no desarrollamos nuestro instinto materno de cuidado y protección, porque una vez producido el parto, tenemos prohibido oler a nuestros hijos, que son rápidamente bañados, cepillados y perfumados antes de que nos los devuelvan a nuestros brazos. Perdemos un sutil eslabón del apego con nuestros cachorros. Luego raramente estaremos bien acompañadas para que afloren nuestros instintos más arcaicos, difícilmente lograremos amamantarlos, -cosa que todas las demás mamíferas logran siempre y cuando no hayan parido en cautiverio-, muy pocas veces permaneceremos desnudas para reconocernos, y seguiremos reglas fijas ya sean filosóficas, culturales, religiosas o morales que terminarán por enterrar todo vestigio de humanidad. Si es que a esta altura podemos llamarla como tal.
(…)
El niño sobrevivirá. Cumplirá un año, dos, o tres. Seguiremos nuestras reglas en lugar de seguir nuestros instintos. Estimularemos a los niños para que se conviertan velozmente en personas autónomas. Los abandonaremos muchas horas por día. Los castigaremos. Nos enfadaremos. Visitaremos especialistas para quejarnos sobre cómo nos han defraudado estos niños que no son tan buenos como esperábamos.
A esa altura sentimos que estos niños no nos pertenecen. Esperamos que se arreglen solos, que duerman solos, que coman solos, que jueguen solos, que controlen sus esfínteres, que crezcan solos y que no molesten. Hemos dejado de “oler” eso que les sucede. No hemos aprendido el idioma de los bebés, no sabemos interpretar ni traducir lo que les pasa. Cuando estamos ausentes, o incluso cuando estamos cerca -con tal de estar tranquilos- los dejamos completamente expuestos. Entonces puede aparecer el más feroz de los lobos feroces. Ya que en realidad somos nosotros, sus más temibles depredadores.”
ANTECEDENTES HISTÓRICOS DEL VÍNCULO ANIMAL Y HUMANO
La “crianza con apego” (attachment parenting), una frase acuñada por el pediatra “William Sears, es una filosofía basada en los principios de la teoría del apego, según la cual, un fuerte enlace emocional con los padres durante la infancia, también conocido como apego seguro, es un precursor de relaciones seguras y empáticas en la edad adulta.
· En sus inicios, el psiquiatra Sigmund Freud atribuía ese vínculo a aspectos puramente “nutricionales”. Freud afirmaba que el lazo lo establecía el bebé al engancharse al pecho y la madre respondía a esta acción.
· En 1953 Konrad Lorenz (1903-1989), observador de animales, demostró que existía una conexión innata entre las aves recién nacidas y una figura materna. En su estudio con patos y gansos descubrió que estas aves se vinculaban con el primer ser vivo que veían al salir del cascarón y, a partir de entonces, lo consideraban su madre. Hay que destacar que esta impronta se establece en un período determinado, pasado el cual, el recién nacido no se apegará a ninguna figura
· En los sesenta, el psicólogo Harry Harlow (1905-1981), demostró que la comida y el alivio de la incomodidad tenían poco que ver con la intensidad del vinculo madre-hijo entre los primates. Experimentó con monos separándolos de sus madres. Los colocó en una jaula con dos “madres” artificiales. (…) Lo más interesante y triste de este experimento fue que estos monos al crecer fueron incapaces de establecer vínculos con otros monos al no haber podido crear un vínculo con sus madres reales.
· Por esa misma época, el psicólogo John Bowlby, basándose en su trabajo en instituciones con niños privados de la figura materna, demostró que el vínculo se establece por el impulso innato que lleva a la madre a proteger al bebé. Su trabajo en instituciones con niños privados de la figura materna, le condujo a formular la Teoría del apego. Dicha teoría indica que el niño tiene tendencia a buscar proximidad con una persona y sentirse seguro cuando esa persona está presente.
Según esta teoría, el apego es el vínculo emocional que desarrolla el niño con sus padres (o cuidadores) y que le proporciona la seguridad emocional indispensable para un buen desarrollo de la personalidad.
El apego proporciona la seguridad emocional del niño: ser aceptado y protegido incondicionalmente. Está planteamiento también puede observarse en distintas especies animales y que tiene las mismas consecuencias: la proximidad deseada de la madre como base para la protección y la continuidad de la especie.
El bebé –según esta teoría- nace con un repertorio de conductas las cuales tienen como finalidad producir respuestas en los padres: la succión, las sonrisas reflejas, el balbuceo, la necesidad de ser acunado y el llanto, no son más que estrategias por decirlo de alguna manera del bebé para vincularse con sus papás. Con este repertorio los bebés buscan mantener la proximidad con la figura de apego, resistirse a la separación, protestar si se lleva a cabo (ansiedad de separación), y utilizar la figura de apego como base de seguridad desde la que explora el mundo.
· Más tarde Mary Ainsworth (1913-1999) en su trabajo con niños en Uganda, encontró una información muy valiosa para el estudio de las diferencias en la calidad de la interacción madre-hijo y su influencia sobre la formación del apego. Ainsworth encontró tres patrones principales de apego: niños de apego seguro que lloraban poco y se mostraban contentos cuando exploraban en presencia de la madre; niños de apego inseguro, que lloraban frecuentemente, incluso cuando estaban en brazos de sus madres; y niños que parecían no mostrar apego ni conductas diferenciales hacia sus madres. Estos comportamientos dependían de la sensibilidad de la madre a las peticiones del niño.
EL APEGO EN LA ACTUALIDAD
Este vínculo se ha establecido sin problemas durante toda la historia de la humanidad ya que el parto y nacimiento se veía como algo normal y natural. En el momento en que el parto empezó a verse más bien como un acto médico y las mujeres empezaron a acudir a los hospitales a dar a luz, empezaron a surgir dificultades en el establecimiento de este vínculo. En los hospitales de principios del siglo XX los bebés eran separados sistemáticamente de sus madres y devueltos como mínimo 12 horas después del parto.
En España los máximos representantes y pioneros en la crianza con apego son el Doctor Carlos González con su libro “Bésame mucho, cómo criar a tus hijos con amor”, la psicóloga Rosa Jové con su libro "Dormir sin lágrimas" y varias publicaciones mas sobre la importancia de la lactancia materna, tanto para el desarrollo físico como emocional del bebé.
Actualmente los hospitales españoles han mejorado bastante en este aspecto pero todavía queda mucho trabajo por hacer. Los llamados hospitales “amigos de los niños y de las madres”, potencian entre otras medidas respetar siempre el contacto y la cercanía entre la madre y su bebé.
La Asociación Española de Pediatría anima a los padres a realizar una lactancia prolongada, tal como aconseja la OMS.
También la Asociación Española de Pediatría ofrece a través de su página diversa información sobre el colecho, clasificándolo como una práctica beneficiosa tanto para la lactancia como para crear un “vínculo seguro” con el bebé, siempre y cuando se realice el colecho de forma segura, ya que muchos estudios demuestran que compartir la cama es más beneficioso para el lactante y la madre. Ya que favorece una lactancia prolongada la cual es un factor de prevención del SMSL. Indican que son necesarias más investigaciones sobre colecho seguro y sus posibles beneficios o perjuicios.
CRIAR CON APEGO
La teoría del apego tiene una relevancia universal, la importancia del contacto continuo con el bebé, sus cuidados y la sensibilidad a sus demandas están presentes en todos los modelos de crianzas según el medio cultural.
“Un niño que sabe que su figura de apego es accesible y sensible a sus demandas les da un fuerte y penetrante sentimiento de seguridad, y la alimenta a valorar y continuar la relación” (John Bowlby).
La crianza con apego busca entender las necesidades biológicas y psicológicas de los niños, y evitar expectativas poco realistas en el comportamiento del niño. Al fijar límites que sean apropiados para la edad del niño, la crianza con apego toma en cuenta cada etapa física y psicológica del desarrollo que el niño está experimentando. De esta manera, los padres pueden intentar evitar la frustración que ocurre cuando esperan cosas que los niños no pueden hacer aún.
La crianza con apego mantiene que es de vital importancia para la supervivencia del niño que sea capaz de comunicar sus necesidades a los adultos y que estas sean atendidas sin demora. El Dr. Sears advierte que mientras el niño es pequeño, es mentalmente incapaz de ninguna manipulación. Sears comenta que durante el primer año de vida, las necesidades y los deseos de un niño son lo mismo. El Dr. Sears y otros partidarios de la crianza con apego piensan que las necesidades no satisfechas aparecen de inmediato intentando satisfacer lo que no fue satisfecho. La crianza con apego observa el desarrollo así como la biología del niño para determinar las respuestas psicológicamente y biológicamente apropiadas para cada etapa. La crianza con apego no significa resolver una necesidad que el niño pueda satisfacer por sí mismo. Significa entender cuáles son las necesidades, cuándo se presentan, cómo cambian a lo largo del tiempo y de las circunstancias, y ser flexibles al idear maneras para responder apropiadamente.
Prácticas similares son conocidas como crianza natural, crianza por instinto, crianza intuitiva, crianza de inmersión o crianza en el “concepto del continuum”.
muy buen articulo
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