Hemos comprado unas cuantas vainas de habas tiernas, ahora que ya casi se está acabando la temporada, para aprovechar que están mucho más ricas que las habas secas que hay en todos los supermercados envasadas en paquetes.
Lo de desgranar habas es algo que a mí, particularmente, no me gusta nada. Pones las uñas echas una pifia, traes una bolsa llena y se te queda en tan sólo un puñado de habas para hacer una fabada para tres.
Pero entonces se me ocurrió echar mano de Aroa, dado que está en una etapa muy receptiva a aprender cosas nuevas, en hacer cosas por sí sóla y ayudar en las tareas que hacemos los mayores. Y aquí tenéis el resultado:
Lo ha pasado en grande, al ser una actividad nueva para ella. Os lo recomiendo con vuestros peques, cuando queráis que estén un buen rato entretenidos, haciendo una actividad relajante. Además de que, observándola, me he dado cuenta de la cantidad de cosas que ha aprendido:
- Ayudar con las tareas de casa.
- Adquirir destreza con las manos y los dedos.
- Aprender los conceptos dentro/fuera.
- Diferenciar espacios: contenedor de habas con vaina (bolsa), contenedor de habas desgranadas (recipiente plástico) y contenedor de vainas vacías (otra bolsa).
- Diferenciar lo que es comestible de lo que no lo es.
- Experimentar con texturas.
Y después ha venido lo más interesante. Una vez que desgranamos todas las vainas, ha metido las manos dentro del recipiente de las habas. Le ha encantado esa sensación de los granos de legumbre deslizándose entre sus dedos. A continuación, hemos ido buscando diferentes tamaños: el haba más grande, las medianas y la más pequeñita.
Sin lugar a dudas, ha sido un juego mucho más educativo y gratificante que cualquier juguete.
A alguien le apetece probarlo?
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Sin lugar a dudas, ha sido un juego mucho más educativo y gratificante que cualquier juguete.
A alguien le apetece probarlo?
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