El lunes ha llorado. En el recreo. Ella misma me lo ha dicho: que había llorado porque estaba aburrida y se quería venir a casa. Una de las profes la ha cogido y ha hablado con ella, se han sentado en el banquillo junto al parque donde los demás jugaban, y ya se le ha pasado.
El martes, cuando fui a recogerla, su profesora me dijo que a ver si yo indagaba lo que le había sucedido el lunes. Le conté lo que me había dicho Aroa. Y la profesora me explicó que ella no había visto a ningún otro compañero hacerle nada, ni que se hubiese lastimado.
Sin embargo, el martes, estuvo todo el recreo pegada a las profes, no quiso jugar. Y en el aula, sí estuvo más o menos como siempre pero controlando en todo momento dónde estaba su profesora e intentando mantenerse lo más cerca de ella que le fuese posible.
Después, al llegar a casa el martes, hablé con ella sobre lo que le estaba sucediendo. Me contó que le molestaba que su amiga M. la cogiese de la mano. Tal y como yo lo veo, creo que lo que está sucediendo es que, durante los primeros días, l@s niñ@s no se conocían y cada uno iba más o menos a lo suyo. Aroa es una niña muy tímida, muy reservada, le cuesta mucho hablar con los demás (gracias que conmigo sí que habla, un montón, y de cosas que ni hacemos los adultos), en los parques no juega con l@s demás niñ@s, aunque los conozca. Todavía le cuesta intregrarse en el mundo que existe fuera de casa. Y me temo que ahora que sus compañer@s ya están empezando a coger más confianza, ella ve invadido su espacio y por eso lo del recreo lo lleva fatal. A ella le gustaría seguir jugando a su ritmo, sola.
Mentiría si dijese que no me esperaba algo así. Y tal vez porque me lo esperaba, es por lo que ha sucedido. Porque aunque he intentado autoconvencerme de mi confianza hacia ella, una parte de mí seguía sin estar convencida del todo. Porque sigo sin tener sanadas mis heridas de la infancia. Porque sigo viendo en ella a mí misma. Y tal vez, porque sin querer, estoy reproduciendo en ella lo que yo he vivido.
En mi casa, nunca tuve la oportunidad de escoger, siempre he tenido que seguir un camino marcado. Además, se me enseñó a actuar para contentar a los demás, a no decir "no" para no incomodar o herir a alguien. Y, por si fuera poco, está también mi inseguridad.
Creo que, consciente o inconscientemente, eso es lo que le estoy transmitiendo a Aroa. Porque, por más que me empeñe, por más que vea cuál es mi herida, sigo comportándome igual. Aroa me ve actuar así cada día. Y por eso, creo que tampoco yo a ella le estoy permitiendo decir "no", creo que no es capaz de poner límites, que tiene que esperar a que alguien le indique lo que tiene o no tiene que hacer.
Quisiera poder decirle algo que la convenciese de que el cole es fantástico, porque en este caso creo que sí que lo es (unas profes maravillosas, un aula sin fichas, mucho juego simbólico, unos compañeros estupendos - hasta las mismas profesoras se han sorprendido de este curso- ). Pero tampoco puedo convencerla de algo, pues ha de descubrir ella por sí misma las ventajas o desventajas de todo esto. Quisiera poder hablarle de forma que sus miedos se disipasen, pero cómo hacerlo cuando esos miedos aparentan ser los mismos que yo viví.
Tengo una angustia enorme. Esta mañana ha sido la primera vez que, al entrar en el cole, se ha abrazado a mí sin querer soltarme. No sé cómo será el día de hoy. Desearía pensar que todo lo que he hablado estos días con ella surtirá efecto, que sólo es cuestión de tiempo, que necesita su ritmo ... Pero he de verla sufrir mientras espero? Eso creo que no voy a ser capaz de soportarlo.
Mentiría de nuevo si dijese que no me gustaría poder tenerla en una burbuja, protegida de todo aquello que yo considero no conveniente o dañino para ella. Sé que esto es lo último que debo hacer, porque eso impediría que ella descubra lo bueno y lo malo de la vida, impediría el que sepa afrontar las dificultades. Pero me cuesta tanto desprenderme de mis miedos, me cuesta tanto abrirle la burbuja para que explore su mundo ...
El martes, cuando fui a recogerla, su profesora me dijo que a ver si yo indagaba lo que le había sucedido el lunes. Le conté lo que me había dicho Aroa. Y la profesora me explicó que ella no había visto a ningún otro compañero hacerle nada, ni que se hubiese lastimado.
Sin embargo, el martes, estuvo todo el recreo pegada a las profes, no quiso jugar. Y en el aula, sí estuvo más o menos como siempre pero controlando en todo momento dónde estaba su profesora e intentando mantenerse lo más cerca de ella que le fuese posible.
Después, al llegar a casa el martes, hablé con ella sobre lo que le estaba sucediendo. Me contó que le molestaba que su amiga M. la cogiese de la mano. Tal y como yo lo veo, creo que lo que está sucediendo es que, durante los primeros días, l@s niñ@s no se conocían y cada uno iba más o menos a lo suyo. Aroa es una niña muy tímida, muy reservada, le cuesta mucho hablar con los demás (gracias que conmigo sí que habla, un montón, y de cosas que ni hacemos los adultos), en los parques no juega con l@s demás niñ@s, aunque los conozca. Todavía le cuesta intregrarse en el mundo que existe fuera de casa. Y me temo que ahora que sus compañer@s ya están empezando a coger más confianza, ella ve invadido su espacio y por eso lo del recreo lo lleva fatal. A ella le gustaría seguir jugando a su ritmo, sola.
Mentiría si dijese que no me esperaba algo así. Y tal vez porque me lo esperaba, es por lo que ha sucedido. Porque aunque he intentado autoconvencerme de mi confianza hacia ella, una parte de mí seguía sin estar convencida del todo. Porque sigo sin tener sanadas mis heridas de la infancia. Porque sigo viendo en ella a mí misma. Y tal vez, porque sin querer, estoy reproduciendo en ella lo que yo he vivido.
En mi casa, nunca tuve la oportunidad de escoger, siempre he tenido que seguir un camino marcado. Además, se me enseñó a actuar para contentar a los demás, a no decir "no" para no incomodar o herir a alguien. Y, por si fuera poco, está también mi inseguridad.
Creo que, consciente o inconscientemente, eso es lo que le estoy transmitiendo a Aroa. Porque, por más que me empeñe, por más que vea cuál es mi herida, sigo comportándome igual. Aroa me ve actuar así cada día. Y por eso, creo que tampoco yo a ella le estoy permitiendo decir "no", creo que no es capaz de poner límites, que tiene que esperar a que alguien le indique lo que tiene o no tiene que hacer.
Quisiera poder decirle algo que la convenciese de que el cole es fantástico, porque en este caso creo que sí que lo es (unas profes maravillosas, un aula sin fichas, mucho juego simbólico, unos compañeros estupendos - hasta las mismas profesoras se han sorprendido de este curso- ). Pero tampoco puedo convencerla de algo, pues ha de descubrir ella por sí misma las ventajas o desventajas de todo esto. Quisiera poder hablarle de forma que sus miedos se disipasen, pero cómo hacerlo cuando esos miedos aparentan ser los mismos que yo viví.
Tengo una angustia enorme. Esta mañana ha sido la primera vez que, al entrar en el cole, se ha abrazado a mí sin querer soltarme. No sé cómo será el día de hoy. Desearía pensar que todo lo que he hablado estos días con ella surtirá efecto, que sólo es cuestión de tiempo, que necesita su ritmo ... Pero he de verla sufrir mientras espero? Eso creo que no voy a ser capaz de soportarlo.
Mentiría de nuevo si dijese que no me gustaría poder tenerla en una burbuja, protegida de todo aquello que yo considero no conveniente o dañino para ella. Sé que esto es lo último que debo hacer, porque eso impediría que ella descubra lo bueno y lo malo de la vida, impediría el que sepa afrontar las dificultades. Pero me cuesta tanto desprenderme de mis miedos, me cuesta tanto abrirle la burbuja para que explore su mundo ...
De verdad que entiendo y comparto cada uno de tus sentimientos y sensaciones. Muchas veces metida en la vorágine de emociones parecidas me he agarrado a esta frase que leí una vez:
ResponderEliminar''a los hijos hay que darles alas para que vuelen y raíces para que vuelvan''
Y es lo que estás haciendo: le ofreces descubrir un mundo nuevo y le esperas con los brazos abiertos.
No sé, Mon. Hoy tengo la sensación de que le ofrezco más raíces que alas. Tal vez porque yo tampoco tuve alas, ahora no sé cómo ofrecérselas.
ResponderEliminarA mí me sucedería algo parecido a ti, y es que el hecho de haberlo vivido puede decirte cómo te gustaría que fueran las cosas pero si una no es capaz de cambiarlo para una misma, ¿cómo va a poder controlarlo para otra persona? Buff, es muy complicado, creo que en este caso lo que puedes hacer es poner sensaciones a lo que está viviendo, explícale lo que siente, ponle nombre a su timidez, y dile que se tome su tiempo, que no pasa nada, asegúrala. No tiene que complacer a todo el mundo, tiene que hacer las cosas cuando las vaya sintiendo, poco a poco...
ResponderEliminarQué difícil es esto de la timidez!