Tenía muchísimas ganas de escucharla, pero el martes sobretodo, pues necesitaba sanarme, darle la vuelta a mis pensamientos, desintoxicarme de comentarios absurdos. Necesitaba sobremanera reponerme de esa clase de comentarios gratuítos que, fuera de aconsejar algo útil y provechoso, lo único que hacen es que nos cuestionemos una y otra vez la forma en que criamos a nuestros hijos.
Cómo ha de sentirse sino una madre que cría a su pequeña poniendo todo el empeño en que esa niña se exprese de la forma en que una personita de 2 años es capaz de hacer, y alguien lo pone en entredicho? Cómo ha de sentirse esa madre cuando se utiliza la palabra "niña mimada" para definir el hecho de que esa niña está incómoda ante una situación desagradable para ella, y de la única forma que sabe pedir auxilio a su madre es pidiendo brazos entre gimoteos? Cómo ha de reaccionar esa madre cuando además oye la típica frase de "a ver si empiezas el cole de una vez para que se te saque ese mimo que tienes"? Qué ha de pensar esa misma madre qué ha parido, cuando le dicen algo así como "tantas charlas, tantos libros, tanto querer criar de forma natural como tú dices, y al final tu niña es como todos los demás"? Ha de pensar esa madre que lo que ha parido es un caracol, un gato, un cocodrilo ...?
Pues no, esa madre ha parido un ser humano, que ahora tiene 2 años (casi 3), que todavía no sabe expresarse como un adulto, que no sabe poner palabras a lo que siente y piensa (y menos mal, porque tal vez la otra persona se sentiría no menos que ofendida) y símplemente pide ayuda ante una situación hostil, de la mejor forma que sabe hacerlo. Esa niña es como es, no por ser criada de una determinada forma será ni mejor ni peor que otros/as niños/as de su edad. Símplemente es ella, una niña que se comporta como tal y no como una rana, sino sería verde o de otro color y haría "croac".
Podréis estar ya imaginando la ferviente necesidad que tenía de escuchar las palabras de Laura Gutman.
Y realmente ha sido muy gratificante escucharla. Sobre todo porque me hizo descubrir partes de mi misma, desconocidas hasta ahora. Hizo que me formulase preguntas en las que nunca me había parado a pensar y de las que necesito respuesta. Me hizo entender la procedencia de parte de mis miedos. Consiguió que yo pudiese poner nombre a diferentes personajes que me he ido encontrando a lo largo de mi vida y que pensase en ellos no como meros personajes, sino que he sido capaz de ver más allá, he sido capaz de entender parte de sus comportamientos.
Cuántas cosas en tan sólo 3 horas! Increíble, verdad?
Pero si gratificante y sanador fue el poder conocer y escuchar a Laura, todavía más gratificante, sentimentalmente hablando, ha sido poder conocer a Bea de Ser Doulas. Era alguien a quien, después de coincidir en algún foro dedicado a la crianza, necesitaba conocer, abrazar, tener ante mí y poder decirle un simple "hola". Han sido sólo un puñadito de palabras, pero su primer abrazo me ha hecho casi saltar las lágrimas.
Es increíble lo que a veces una persona, desde la distancia, sin conocerla de nada, puede transmitir a otra. No sé si es algo físico, si es cuestión de química, si trasciende la realidad o símplemente que Dios nos ha dado un cerebro que emana sentimientos descontrolados a diestro y siniestro. El caso es que doy gracias a quien sea por poder sentir lo que sentí al abrazarla.
Tampoco voy a dejar escapar la oportunidad de mencionar a Ana, su marido Xaime y su peque Gabriel, que han tenido la amabilidad de llevarme en su coche. Con Ana sólo había coincidido un par de veces, y ahora pienso: "lo que me he perdido". Durante el viaje, hemos podido desprendernos y hablar de parte de nuestros miedos y sombras. Para mí ha sido un gran desahogo. Siempre lo es cuando puedo hablarlo con personas que me entienden, que comparten mi misma visión de la vida. Realmente, Ana y su familia son una de esas familias sencillas que merece la pena conocer.
Y por supuesto, no puedo olvidarme de mi pequeña Aroa que, dada la hora y la distancia de la conferencia, ha tenido que quedarse con mis padres. Mi pequeño trocito de cielo, del que pocas veces me había separado, y cuando lo he hecho, no había tantos kilómetros de por medio. Ha estado en todo momento en mi pensamiento (llorará cuando se despierte de la siesta y no me vea? Se portará bien con los abuelos? ... ya sabéis). Pero ella, afortunadamente, lo ha pasado en grande con sus abuelos. Y cuando he llegado a casa ... ese abrazo, no tan efusivo como yo esperaba, y sin embargo más especial si cabe, con esa mirada de complicidad, con un tono de voz que emanaba amor por todas partes y un "te eché de menos, mami", que han hecho que me derritiera por completo.
Ha sido un día redondo como pocos, digno de recordar durante mucho tiempo, de tenerlo presente en mi mente por una larga temporada para darme cuenta la de cosas que una puede aprender en unas horas.
Os aseguro que, a pesar de llegar a casa con un dolor de cabeza impresionante y casi a punto de marearme, esto ha sido más sanador y relajante que toda una semana en un balneario. Alguien no se lo cree?
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