Cinco días de colegio, cinco días con la mitad de compañeros, cinco días con tan sólo una hora y quince minutos en el cole cada día, cuatro días bien y uno regular.
Pese a que se la ve contenta, que en ningún momento me dice que no quiere o no le apetezca ir, que todos los días se levanta con ganas de ir, hoy me ha dicho cuando ha llegado, que estaba deseando llegar a casa porque se aburría. Y no me extraña.
El primer contacto que ha tenido en el cole ha sido el rincón de la plastilina naranja, y la pobre, con su timidez, ya no sale de ahí. Como tan sólo van 1 horita y 15 minutos, tampoco hacen demasiada actividad en el aula, así que se dedican a explorar los distintos rincones. Ella los conoce todos y me los ha descrito, sin embargo, no se ha atrevido a indagar en ninguno más que en el de la plastilina, con la de cosas interesantes (que yo sé que le apasionan en casa) que hay allí. Símplemente, no se atreve.
He hablado ayer con la tutora. Me ha dicho que es una niña muy tranquila, muy calladita, tal vez demasiado, que no hace más que estar con la plastilina, y que tan sólo se mueve si alguna de las profesoras la invitan a ello, y que es muy difícil comunicar con ella porque no les habla y no pueden saber qué es lo que quiere o lo que le gusta. Y que de este modo, se está perdiendo muchas cosas que explorar en el aula. Pero que esto no debe ser motivo de preocupación, que con el tiempo todos se abren más. Que a unos les cuesta más que a otros, pero que tarde o temprano la cosa irá mejorando y se la ve que es una niña muy despierta y observadora.
Pero mi preocupación, sin embargo, va en aumento. Sobre todo cuando hoy me dijo que se aburría. Ya me parecía a mí que todo había empezado demasiado bien. Y mi preocupación es que se aísle demasiado, puesto que la semana que viene ya irán todos sus compañeros a la misma hora, y eso supone 25 niñ@s en el aula, con lo que las profesoras no pueden estar pendientes de motivar a Aroa para que participe en todo momento en diferentes cosas.
Me preocupa que llegue a aburrirle el cole, que no le vea ningún aliciente. Sobre todo porque Aroa es una niña a la que le gusta aprender: siempre me está preguntando por las letras, por qué números son este o aquel, cuál es ese color tan raro, porqué la piedra se hunde en el agua, porqué hacen ruído los truenos, ...
Yo que estaba convencida de que el colegio le gustaría precisamente por eso, por aprender cosas nuevas; y, sin embargo, su timidez va a jugar en su contra. Y este precisamente era el miedo que yo tenía.
Sé que no debo precipitarme, acaba de empezar y queda aún mucho por delante. Hoy Mónica, una amiga, me decía en el parque: "confía en ella, tal vez no ha llegado su momento". Y tiene razón. Me vuelven a asaltar los miedos y las dudas, cuando todo este tiempo estuve confiando en ella. Y ahora más que nunca, es cuando no debo fallarle: comenzar es muy fácil, lo difícil es sobrellevar el día a día, seguir una rutina, enfrentarse a un nuevo reto cada mañana, compartir un espacio extraño con gente desconocida, econtrarte cara a cara con tus propios miedos ... Y ella hace todo esto cada día. Y sé que debo confiar. Pero ... me cuesta tanto!
Me cuesta tanto por mis propios miedos y experiencias vividas. Y precisamente por eso tendría que comprenderla más. Pero no sé porqué me empeño en querer que sea de otra forma. Y ella es como es, y por eso la quiero tanto. No puedo pretender cambiarla, si ha de hacerlo será porque ella lo decida, por sus propias experiencias, por sus aprendizajes, por sus triunfos y sus derrotas; y yo sólo estoy aquí para acompañarla en su camino y ofrecerle seguridad. Pero es tan duro a veces!
Mi niña amada, mi Aroa, mi piruleta. A veces miro a otros niños y niñas y pienso: "ojalá mi pequeña fuese como ellos". Pero no. Es así porque ella nos ha escogido. Es así porque es un reflejo de mí, y de eso ambas tenemos que aprender. Por eso no quiero que sea diferente, porque la sensibilidad, el amor, el cariño, la ternura y la paz que desprende, hace que otros aspectos de su personalidad se mitiguen. Tal vez, sin yo saberlo, ella tenga mucho que enseñar y mostrar a los que ahora están a su alrededor, seguro. Y también estoy convencida de que un día, le leeré estas palabras y ambas nos reiremos juntas, aunque hayan sido escritas bajo un mar de lágrimas.
Para terminar esta entrada, me gustaría agradecer a todas y cada una de las personas que durante toda esta semana me han estado dando ánimos: las que habéis comentado en mi blog, los que me han enviado mails y sms, las conversaciones con amig@s, las charlas con mis hermanas, el apoyo de papi (que por fin se ha dado cuenta de que Aroa no necesitaba de una guardería para poder iniciar su etapa escolar), etc. A tod@s muchas gracias por los ánimos y el apoyo recibidos.
Pese a que se la ve contenta, que en ningún momento me dice que no quiere o no le apetezca ir, que todos los días se levanta con ganas de ir, hoy me ha dicho cuando ha llegado, que estaba deseando llegar a casa porque se aburría. Y no me extraña.
El primer contacto que ha tenido en el cole ha sido el rincón de la plastilina naranja, y la pobre, con su timidez, ya no sale de ahí. Como tan sólo van 1 horita y 15 minutos, tampoco hacen demasiada actividad en el aula, así que se dedican a explorar los distintos rincones. Ella los conoce todos y me los ha descrito, sin embargo, no se ha atrevido a indagar en ninguno más que en el de la plastilina, con la de cosas interesantes (que yo sé que le apasionan en casa) que hay allí. Símplemente, no se atreve.
He hablado ayer con la tutora. Me ha dicho que es una niña muy tranquila, muy calladita, tal vez demasiado, que no hace más que estar con la plastilina, y que tan sólo se mueve si alguna de las profesoras la invitan a ello, y que es muy difícil comunicar con ella porque no les habla y no pueden saber qué es lo que quiere o lo que le gusta. Y que de este modo, se está perdiendo muchas cosas que explorar en el aula. Pero que esto no debe ser motivo de preocupación, que con el tiempo todos se abren más. Que a unos les cuesta más que a otros, pero que tarde o temprano la cosa irá mejorando y se la ve que es una niña muy despierta y observadora.
Pero mi preocupación, sin embargo, va en aumento. Sobre todo cuando hoy me dijo que se aburría. Ya me parecía a mí que todo había empezado demasiado bien. Y mi preocupación es que se aísle demasiado, puesto que la semana que viene ya irán todos sus compañeros a la misma hora, y eso supone 25 niñ@s en el aula, con lo que las profesoras no pueden estar pendientes de motivar a Aroa para que participe en todo momento en diferentes cosas.
Me preocupa que llegue a aburrirle el cole, que no le vea ningún aliciente. Sobre todo porque Aroa es una niña a la que le gusta aprender: siempre me está preguntando por las letras, por qué números son este o aquel, cuál es ese color tan raro, porqué la piedra se hunde en el agua, porqué hacen ruído los truenos, ...
Yo que estaba convencida de que el colegio le gustaría precisamente por eso, por aprender cosas nuevas; y, sin embargo, su timidez va a jugar en su contra. Y este precisamente era el miedo que yo tenía.
Sé que no debo precipitarme, acaba de empezar y queda aún mucho por delante. Hoy Mónica, una amiga, me decía en el parque: "confía en ella, tal vez no ha llegado su momento". Y tiene razón. Me vuelven a asaltar los miedos y las dudas, cuando todo este tiempo estuve confiando en ella. Y ahora más que nunca, es cuando no debo fallarle: comenzar es muy fácil, lo difícil es sobrellevar el día a día, seguir una rutina, enfrentarse a un nuevo reto cada mañana, compartir un espacio extraño con gente desconocida, econtrarte cara a cara con tus propios miedos ... Y ella hace todo esto cada día. Y sé que debo confiar. Pero ... me cuesta tanto!
Me cuesta tanto por mis propios miedos y experiencias vividas. Y precisamente por eso tendría que comprenderla más. Pero no sé porqué me empeño en querer que sea de otra forma. Y ella es como es, y por eso la quiero tanto. No puedo pretender cambiarla, si ha de hacerlo será porque ella lo decida, por sus propias experiencias, por sus aprendizajes, por sus triunfos y sus derrotas; y yo sólo estoy aquí para acompañarla en su camino y ofrecerle seguridad. Pero es tan duro a veces!
Mi niña amada, mi Aroa, mi piruleta. A veces miro a otros niños y niñas y pienso: "ojalá mi pequeña fuese como ellos". Pero no. Es así porque ella nos ha escogido. Es así porque es un reflejo de mí, y de eso ambas tenemos que aprender. Por eso no quiero que sea diferente, porque la sensibilidad, el amor, el cariño, la ternura y la paz que desprende, hace que otros aspectos de su personalidad se mitiguen. Tal vez, sin yo saberlo, ella tenga mucho que enseñar y mostrar a los que ahora están a su alrededor, seguro. Y también estoy convencida de que un día, le leeré estas palabras y ambas nos reiremos juntas, aunque hayan sido escritas bajo un mar de lágrimas.
Para terminar esta entrada, me gustaría agradecer a todas y cada una de las personas que durante toda esta semana me han estado dando ánimos: las que habéis comentado en mi blog, los que me han enviado mails y sms, las conversaciones con amig@s, las charlas con mis hermanas, el apoyo de papi (que por fin se ha dado cuenta de que Aroa no necesitaba de una guardería para poder iniciar su etapa escolar), etc. A tod@s muchas gracias por los ánimos y el apoyo recibidos.