“(…) no devenimos madres necesariamente cuando parimos al niño, sino en el transcurso de algún instante de desesperación, locura y soledad en medio de la noche con nuestro hijo en brazos. Cuando la lógica y la razón no nos sirven, cuando nos sentimos transportadas a un tiempo sin tiempo, cuando el cansancio es infinito y sólo nos resta entregarnos a ese niño que expresa nuestro yo profundo y no logramos acallar, entonces nuestra madre interior ha nacido.”

Laura Gutman

jueves, 23 de junio de 2011

Habiba y Alma juntas por fin.


El diario El Mundo publicaba ayer:

La Comisión de Tutela del Instituto Madrileño del Menor y la Familia (IMMF) de la Comunidad de Madrid ha decidido cesar la tutela provisional de la hija de Habiba y devolverle el bebé de 15 meses a la madre.

Según un comunicado emitido por la institución, la progenitora "ha acreditado mediante un escrito presentado al IMMF que cuenta con una oferta de trabajo y dispone de un lugar de residencia en un piso para mujeres e hijos en situación de máxima vulnerabilidad, lo que garantiza el bienestar de la menor".

EnlaceNo puedo más que estar feliz, muy feliz, de que por fin mamá e hija se hayan podido abrazar.
Pero me surgen muchas preguntas:
¿Qué pasará ahora?, ¿Quién les devolverá a ambas estas 3 semanas de angustia, separación, dolor ...? ¿Cómo les recompensarán estos días de lucha e incertidumbre? ¿Hasta dónde están dispuestos a llegar algunos para hacernos creer que incluso la maternidad, ha de seguir unos cánones políticos, religiosos o yo qué sé?¿Qué hubiese ocurrido si Habiba no fuese respaldada por la Fundación Raíces y por miles de familias que creen en el respeto a la crianza con amor?
Ojalá pudiese responder estas y otras preguntas. Pero por ahora, me conformo con saber que Habiba y su pequeña por fin pueden estar juntas.

A noite de San Xoan

Hoy me vais a permitir que utilice mi lengua materna, el gallego, para escribir sobre la noche más mágica del año.

“Sálvame lume de San Xoan, para que non me trabe cadela nin can”

A noite de San Xoan, o 24 de xuño, é unha das festas máis ricas en lendas, supersticións e costumes que agocha o noso folclore, a nosa cultura.

A fogueira de San Xoan simboliza o astro solar. Nenos e nenas, mozos e mozas, cantaban e brincaban o redor, bébedos pola delicia do resplandor da fogueira e desfiando a calor que dela se despedía, e que fai recuar aos maiores.

O día no que o sol atinxe o maior tempo de esplendor dase o 21 de xuño, coñecido como o “solsticio de verán”. A partir de entón, o tempo da claridade solar vai diminuindo paseniñamente ate o solsticio de inverno, no día de San Silvestre.

Varios elementos interveñen nesta festa:

A auga: elemento de gran limpeza. “A chuva de San Xoan, tolle o viño e non colle pan

O lume: elemento purificador que queima as impurezas e as malas herbas.

As herbas: A ciencia popular soubo indentificar moi ben aquelas nas que as divinidades transmitían os atributos milagreiros, otorgándolle a cada pranta ou herba unha finalidade concreta e diferente.

Os penedos, encrucilladas, lagoas, castros e outeiros: non son máis que lugares de culto, que a cristanización transformou en altares e cruceiros. Nestes sitios manifestábanse físicamente os mutados en fadas, bruxas, diaños, cobras, santa compaña, etc.

Había quen se sentaba a carón da fogueira para formular un desexo.

Xa esmorecida a fogueira, os valentes tentaban cruza-los braseiros en carreiras, chimpos, ou utilizando os taboleiros para non queimarse.

Tamén había quen queimaba unha peza de roupa persoal para evitar que non fora poseída polas bruxas.

Nalgunhas comarcas, as doncelas cren que casarán durante o ano se ó saltaren non tocan a chama. Noutras partes teñen a certeza de que precisan saltar nove veces unha mesma lumerada para que acaden os seus desexos.

Tampouco é descartable darle algún contido gastronómico. Estamos na época da recolleita da pataca e había quen as botaba, sen pelar, nun recuncho da fogueira. Sen deixarse queimar, os cachelos comíanse quentes. E tampouco debe esquecerse o refrán “Polo San Xoan a sardiña pinga o pan”, de millo por suposto.

Esta noite, as plantas acadan o mellor das súas propiedades curativas e máxicas. Por iso, as mozas recóllenas para poñelas nun caldeiro con auga. Alí teñen que quedar ó orballo da noite e pola mañán, tódolos membros da casa, en especial os nenos, lávanse con esa auga milagreira.

Algunhas herbas varían segundo a zona, pero hay moitas que aparecen en todas elas:

Rosa canina ou rosal bravo, fento macho ou fieito, fiuncho, Herba Luísa, Herba de San Xoán, Malva, Codeso ou xesta, Romeu, Sabugueiro ou saúco, ponlas de Nogueira, ponlas de ameneiro, artemisa, follas de carballo, etc.

As herbas, atadas nun feixe, deixábanse nun caldeiro con auga (mellor de sete fontes) toda a noite. A mañán seguinte, lavábanse coa auga e gardaban as herbas que secaban ó sol, para logo usar como menciñas.

As nove ondas:

O carácter purificador e tamén fecundador das augas, ponse de manifestó na tradición do baño das nove ondas, de forte tradición na Praia da Lanzada. Ademáis de ser un rito manciñeiro e curativo do meigallo, é tamén un rito de fecundidade que fai concebir ás mulleres estériles.

A sorte do ovo:

As doce en punto da noite de San Xoan, cáscase un ovo e déitase nun vaso de auga que se deixa despois ó sereo deica ó amencer. Á mañá, vaise ver o ovo, que toma formas como dun barco, dunha capela, etc. E polo que se vé alí, adivíñase ben cal será a sorte que se ha de ter no ano.

Fuentes:

http://www.galiciaespallada.com.ar

http://centros.edu.aytolacoruna.es

viernes, 17 de junio de 2011

La nueva maternidad

En el blog Tenemos Tetas, realizan un bonito sorteo que podéis ver aquí. Se trata de dos lotes de libros, cada uno de ellos formado por dos títulos: "La nueva maternidad" (fantástica recopilación de 15 artículos de madres blogueras) y "Hermanos de Leche" (libro ilustrado para niños escrito por Ibone Olza).
Para participar en el sorteo, proponen que se escriba un texto explicando lo que consideremos que es para nosotras "la nueva maternidad", y aquí va mi reflexión:

Aquí, sentada frente al ordenador, pensando qué palabras poner para definir "la nueva maternidad", sólo puedo pensar que no hay una nueva maternidad, sino que siempre ha estado ahí, pero nuestra sociedad del progreso, de las prisas, del consumismo, del "valgo por lo que tengo", de la competitividad, del capitalismo ... se está encargando de arrebatarnos el significado del concepto de maternidad, tal vez para utilizarnos como conejillos de indias, o para que no nos desviemos del sistema y mantenernos controladas.
Cuando alguien me pregunta qué es para mí la maternidad, siempre recito las palabras de Laura Gutman que aparecen en la cabecera de mi blog:
no devenimos madres necesariamente cuando parimos al niño, sino en el transcurso de algún instante de desesperación, locura y soledad en medio de la noche con nuestro hijo en brazos. Cuando la lógica y la razón no nos sirven, cuando nos sentimos transportadas a un tiempo sin tiempo, cuando el cansancio es infinito y sólo nos resta entregarnos a ese niño que expresa nuestro yo profundo y no logramos acallar, entonces nuestra madre interior ha nacido.
... pues para mí, lo importante, es darse cuenta de que nos hemos convertido en madres y todo lo que eso conlleva. Es darse cuenta de que llevamos un ser indefenso en nuestra barriga, de que nos necesita y debemos respetarle a la hora de nacer, de que debemos procurarle todo el bienestar que podamos cuando por fin le tengamos en nuestros brazos, de que nosotras seguimos siendo su "todo", de que no sólo le alimenta nuestra leche, sino también nuestros cuidados, nuestros abrazos, nuestras caricias, nuestra atención y nuestra dedicación; de que debemos estar dispuestas a aprender de un ser súmamente emocional y límpio de corazón; de que debemos respetar sus momentos, sus tiempos.

He de confesar que pensé que me había convertido en madre cuando tuve por primera vez a Aroa en mis brazos. Pero días después, incluso meses, me sentía cualquier cosa menos madre, me sentía vacía. Imagino que muchas mujeres pasarán por esa sensación durante su posparto. Pero yo no me sentía vacía por no saber acallar los llantos de mi niña, ni por no poder estar decente físicamente al menos un día, ni por no poder atender las necesidades de mi marido, ni por sentirme apartada del mundo, ni por no tener ni idea de cómo dormir a mi hija o darle el pecho o cambiar un pañal. Me sentía vacía porque mi hija me reclamaba algo que yo le estaba negando. Me negaba a ver la evidencia de su llanto, me negaba a hacer aquello que era contrario a lo que todos me decían, pero que mi corazón gritaba sin cesar.

Y, como dice Laura Gutman (y vuelvo a parafrasear): "cuando el cansancio es infinito y sólo nos resta entregarnos a ese niño que expresa nuestro yo profundo y no logramos acallar, entonces nuestra madre interior ha nacido." Porque me convertí en madre cuando tan sólo escuché a mi corazón y a mi hija. Y así sucedió con el tema de la lactancia.

Yo quería a toda costa darle el pecho a mi hija, no sabía exactamente por qué, pues durante el embarazo no lo veía como algo tan imprescindible, pero algo dentro de mí me decia una y otra vez que no podía rendirme. Los comentarios me hacían un daño increíble. Pero yo seguí dándome de bruces contra el suelo, viendo como mi hija lloraba todo el día (y parte de la noche), preguntándome si la estaba alimentando bien, si ella mamaba suficiente, si yo no estaría obsesionada con ese imposible del que todos me hablaban.

Entonces, un día probé con el biberón. Pero no había forma de que lo tomase. Recuerdo cómo me caían las lágrimas mientras intentaba que mi hija aceptase aquella tetina, recuerdo cómo mi pequeña lloraba porque le olía a teta y mamá le daba algo que ella no quería. Recuerdo cómo se me estrujaba el corazón y el alma, mientras le decía a mi niña entre sollozos que necesitaba que tomase aquel biberón. Paradógico, verdad? Así que me sentí vacía, ni mujer, ni madre ... sólo vacía.

Menos mal que mi niña era muy lista, y lo único que hizo fue llorar, llorar y llorar, y esperar a que mamá, rendida, volviese a sacar su teta. Y entonces su dolor se disipó, aunque no el mío.

Pero entonces un día, no sé cómo sucedió, dejé de querer escuchar los comentarios de los demás y le dije a mi pequeña: "si lloras tanto para que te escuche, pues es lo que voy a hacer: escucharte!". Y así fue. La escuché: ella sólo me quería a mí, al 100%, no me quería compartir con nadie más, no quería que me aferrase a lo que me decían los demás, quería que sólo la escuchase a ella, o tal vez que escuchase mi instinto de madre, porque realmente fue en ese momento cuando nació la madre que soy ahora. Y entonces me dí cuenta de que mi hija había estado llorando por mí, había estado sufriendo por lo que yo me negaba a hacer.

Por eso creo que el ser madre, el convertirse en madre, es estar dispuesta a aprender de nuestros hijos, incluso antes de nacer; es mirar la vida con sus ojos; es criar desde el respeto, la empatía, el cariño y el amor; es ser consciente de que nadie tiene derecho a decidir por nosotras ni por nuestros hijos; es no negarnos el reencuentro con nuestras sombras, nuestros miedos, nuestras dudas ... a reecontrarnos con nuestra esencia de mujer, con nuestro instinto más primitivo; es no temer a desnudar nuestra alma ante nuestros hijos; es no dudar en volver a ser niños, a revolcarnos en el suelo, a ensuciarnos en el barro de los charcos, a reír hasta no poder más, a abrir cajones para vaciarlos, a comer con las manos, a decir "no" cuando realmente sentimos que debemos decir "no"; ... es entregarnos a ser felices, sin más.

Así veo yo la nueva maternidad, esa maternidad que ha estado ahí desde el resurgir de la humanidad. Y creo que esta maternidad que despunta ahora, nos dará la razón. Porque lo veo en la cara de mi hija, porque lo veo en las caras de los niños cuyas mamás los crían desde el respeto y el amor profundo.

Ojalá un día no tengamos que hablar de "nueva maternidad", sino símplemente de maternidad, en todos los sentidos.

miércoles, 1 de junio de 2011

Tareas domésticas

Estos días, ha tocado un poquito de todo: cocinar, tender, fregar, etc.
Todo es muy divertido si se hace desde el juego.
Y desde luego, no sólo aprenden tareas domésticas, sino otras muchas cosas, como por ejemplo el desarrollo de la motricidad fina.