Como ya todos sabréis, ha comenzado en la Sexta el programa (para mí reality, lo que ya augura lo que va a venir después) Baby Boom.
La expresión en español del término "Baby Boom", es "explosión de natalidad".
Y me pregunto yo: ¿Con este programa pretenden que las familias, y todavía más, las mujeres, se apunten a tener más hijos? ¿Esperan que los que no tienen hijos, se decidan por fin a tenerlos? ¿Esperan que a las mujeres se les despierte ese reloj biológico que hace que desees con todas tus fuerzas ser madre?
¿O tal vez lo que se pretende es convencernos de que lo "normal", lo "mejor", lo más "conveniente y necesario", lo "único" que se puede hacer en el transcurso de un parto, es lo que se nos muestra en dicho programita?
No he podido ver el programa entero, y no por falta de tiempo, sino porque se me removían las entrañas.
Lo poco que he visto, ha hecho que me sienta frustrada. Tantas somos las personas que abogamos por un parto respetado. Tantas son las mujeres que luchan cada día por ello, desde muchos ámbitos. Y cuando parece que damos un pasito hacia adelante, de repente la escalera se queda sin peldaños y SE NOS OBLIGA a dar cinco pasos hacia atrás.
En ese trocito de programa que ha llegado a mis ojos, sólo he visto mujeres monitorizadas, tumbadas boca arriba en esa postura que desafía totalmente la ley de la gravedad de Newton, goteros, gente entrando y saliendo, luz cegadora por todas partes, instrumentalización, protocolos y más protocolos. He visto una fiesta por todo lo alto porque "se ha ayudado a traer a un niño al mundo".
Pero ¿dónde está la llegada amorosa, en intimidad de ese hijo? ¿Dónde está ese recibimiento respetuoso que todo ser vivo necesita en su primera salida a la vida exterior? Porque, a mi modo de ver, el nacimiento de un ser vivo no ha de ser una fiesta, sino un hecho único, irrepetible, amoroso, disfrutado en la privacidad, apartado de ojos extraños y de focos cegadores.
Y lo que más me indigna de todo esto, es que muchas mujeres estarán viendo esto y pensarán que es lo normal, que es la opción correcta.
Muchas mujeres con partos no respetados, verán estas imágenes y pensarán que, pese a lo duro de su parto, a fin de cuentas muchas más mujeres han pasado lo mismo que ellas, y que el personal sanitario que las ha antendido habrá hecho todo lo que estaba en su mano.
Me indigna que se sigan mostrando partos donde la mujer está totalmente sumisa a las indicaciones de terceras personas, siguiendo una partitura ya escrita y guiada por un director de orquesta que da las indicaciones necesarias según su punto de vista, sin dejar lugar a la improvisación.
¿Y qué hay de malo en improvisar? No me gustan los conciertos donde escuchas exactamente lo mismo que en el disco grabado en estudio. La improvisación es lo que hace que te emociones más con ese concierto. Y si un músico improvisa, lo hace por y para su público, porque su "bebé" así se lo pide, porque es capaz de escuchar las necesidades, y va actuando en consonancia con ellas.
No hace mucho, en la entrada "Si fueras música" de mi queridísima amiga Mon, yo le dejaba el siguiente comentario:
Si fueras música, serías el grito profundo, instintivo, libre, salido de las entrañas, de una mujer que da la bienvenida por primera vez a su hijo. Serías una melodía plancentera producto del amor más primitivo y salvaje envuelta en sudor y luz tenue.Y es que, estoy convencida, el concierto que tiene lugar en un parto, debe ser así, un concierto íntimo, donde mamá y bebé sean los verdaderos protagonistas, donde el director de orquesta sea, en tal caso, ese bebé que desea salir para oler a su madre desde fuera, para ser abrazado y no arrebatado repentinamente para ser despojado de ese olor que su madre le ha proporcionado; para buscar alimento a su ritmo y no llevado en volandas para saber qué peso tiene o cuánto mide; para disfrutar de la calidez del cuerpo desnudo de su madre y no para ser depositado en la frialdad de alguna superficie y ser manoseado por extraños; para recibir el cobijo que le ofrecen los brazos y el cuerpo de su madre y no para experimentar un salto al vacío repentino.
Y a la vez que estoy indignada, siento que esto nos debe hacer recapacitar aún más. Que no nos podemos quedar de manos cruzadas, que no se puede permitir semejante insulto. Porque, en verdad os digo, que no sé quién pretende tomarnos por estúpidos ni con qué finalidad.
Y ya para terminar, os dejo con este vídeo. Un vídeo que todavía hoy, después de 4 años de haber sido madre, no puedo ver por completo. Un vídeo en el que se muestra lo más maravilloso que es el nacimiento. Pero también, lo horrendo de las prácticas protocolarias abusivas y sin justificación. Porque esas prácticas las he sufrido en mis carnes. Y estoy convencida de que, de no haber sido así, hoy no tendría una cicatriz que me sigue hiriendo, no físicamente (porque lo físico, a fin de cuentas, acaba por cicatrizar), sino una herida en mi alma, en mi alma de madre y en mi alma de mujer; una herida imborrable que sigue doliendo a la par que me ha enseñado muchas cosas.
Así que os animo a que veáis este vídeo, y comparéis. Y después, conscientemente, decidáis.
Para verlo, pinchad aquí.