Estoy harta de tener que patear calles y calles en busca del regalo perfecto: que no se repita con el del año anterior, que no sea demasiado caro (ni demasiado barato), que sea útil, que sea del gusto del agraciado, etc.
Estoy harta de que la tradición que había, al menos en mi casa cuando yo era niña, de que los Reyes dejasen sus regalos única y exclusivamente a los niños, todos se la pasen por el forro, y ahora tengamos que hacer un regalo hasta a la vecina del quinto o a la panadera.
Estoy harta de recibir regalos que he tenido que comprarme yo misma por la estúpida decisión de que "mejor compra tú algo de tu gusto y luego te doy el dinero". Eso es un regalo? Dónde ha quedado la sorpresa, la intriga de saber lo que habrá debajo de ese papel de mil colores y lazos brillantes?
Y aquí, hay otra variante que me tiene más enfurecida si cabe: " nos regalamos el dinero y después compramos lo que queramos o necesitemos, o lo gastamos en las rebajas". Acaso esto es una competencia de a ver quién mete más o menos dinero en el sobrecito, decorado con algún dibujito de última hora y con el texto de "vale por un/una ..."? O tal vez sea un juego de a ver sin ambas cantidades monetarias coinciden). Y, en este último caso, no sería mejor no hacer ningún regalo en lugar de hacer el ridículo dándome lo mismo que yo te voy a dar? Ah, claro, es que lo que vale es la intención. Pues a mí me bastaba con el sobrecito decorado.
Estoy harta de que los Reyes Magos ya no vengan únicamente y en exclusiva a casa de los niños. Ahora, el 6 de Enero, tenemos que madrugar para hacer la maratón de principios de año: abrir los regalos de casa, salir a la calle a jugar con ellos, enseñárselos a los vecinos, volver corriendo a casa, meter todos los juguetes en el maletero del coche (eso, si caben), y hacer la ronda por casa de todos los familiares más cercanos, porque los Reyes Magos actuales son tan cachondos y bromistas que van dejando los regalos de los niños en muchos sitios diferentes.
Y por lo anterior, estoy harta de que mi hija se sienta desbordada con tanto paquete por abrir, de que a medio camino ya no tenga ganas de seguir y prefiera retirarse a una habitación sin gente, y de que digan de ella que "que poco le gusta recibir regalos", "que poco familiar es", "claro, es que como ahora tienen tantas cosas..."
Estoy harta de que, cuando expongo mi visión particular, casi todos se pongan en mi contra e intenten convencerme de que tengo poco espíritu navideño. Entonces me da la risa (por no ponerme a chillar como una loca) al pensar en lo que se ha convertido el término "espíritu navideño": consume, consume, consume, ...
Siento tener que escribir esta entrada tan pesimista dadas las fechas en que estamos. Pero necesitaba escupir todo lo que llevo acumulado dentro y coger fuerzas para aguantar hasta el 7 de enero.
Aunque no sé de qué me quejo, este año no voy a gastar demasiadas suelas de zapatos buscando ese regalo perfecto. En su lugar, me sentaré cómodamente a cerrar sobrecitos decorados con algún dibujito de última hora. Espero no dejar ningún sobre vacío ;).